Estructura de las abejas

Las abejas se distinguen de las avispas apoideas por los pelos que cubren su cuerpo que, en el caso de las abejas, son plumosas y ramificadas. Las hembras de la mayoría de las abejas tienen órganos para transportar el polen, llamados escopas o corbículas, generalmente en las patas posteriores o en la región ventral del abdomen. También hay diferencias en la distribución de las venas de las alas posteriores. En las hembras, la séptima lámina abdominal dorsal está subdivida en dos. Una abeja tiene un par de ojos compuestos, que ocupan gran parte de la cabeza. Entre ellos hay tres ocelos u ojos simples, cuya función es determinar la intensidad de la luz. Las antenas llevan un gran número de órganos de los sentidos: quimiorreceptores, órganos del olfato y el gusto. También pueden percibir los movimientos del aire, lo cual les permite escuchar algunos sonidos de baja frecuencia. Las piezas bucales son chupadoras, masticadoras. La larga lengua les permite libar el néctar y las mandíbulas sirven para triturar.
El tórax tiene tres segmentos, cada uno con un par de patas. Además el segundo y tercer segmento tienen un par de alas cada uno. Las patas delanteras de las abejas corbiculadas tienen peines para limpiar las antenas. Las patas posteriores de las hembras de muchas especies llevan cepillos o canastas para transportar el polen. Su abdomen está muy modificado; el primer segmento está fusionado con el segmento final del tórax y se llama propodeo por otra parte en las hembras los últimos segmentos están modificados en un aguijón. En la abeja doméstica el abdomen tiene siete segmentos.
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Respecto al comportamiento, la principal característica es que coleccionan polen y néctar para alimentar a sus larvas y tienen adaptaciones anatómicas y fisiológicas para realizar esta función.
Las abejas, al igual que otros himenópteros tienen un sistema de determinación del sexo, llamado haplodiploidía, en el que los machos son haploides y las hembras diploides. Esta situación hace que las hembras de hijas de una misma madre compartan una mayor proporción de genes que en otras situaciones. Esto predispone que los miembros de un mismo nido se benefician genéticamente de la ayuda mutua más que si compartieran una proporción menor de genes.
En las especies haplodiploides, las hembras se desarrollan de huevos fertilizados o diploides y los machos de huevos haploides (con una sola copia de cada gen). Las hijas comparten el 100% de los genes del padre y 50% de la madre. Así las hermanas comparten el 75% de sus genes. Es esta relación genética más cercana que en otros casos que predispone a la eusocialidad. Las obreras no se reproducen pero pasan sus genes a la siguiente generación cuando ayudan a criar a sus hermanas. Además en el caso en que una reina se aparea con varios machos, las hijas de diferentes padres comparten solamente el 25% de sus genes, por lo que la haplodiploidía no es necesaria ni suficiente para conducir a la eusocialidad.


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